Altares

MauroT
3 min readNov 1, 2020

No he podido poner un altar en años. A mi mamá no le gustaban y realmente no tenía a quién ponerle un altar. Cuando nací mi tío y mi abuelo ya habían fallecido. Mi otro abuelo murió cuando yo tenía 7 años, cada día recuerdo menos lo que hacíamos juntos. Por eso, nunca pensé que un altar de muertos podría traer de vuelta y mantener cerca a la gente que sólo recuerdo por fotografías y anécdotas que no me incluyen.

Ahora, me gustaría poner un altar. Creo que a mi mamá no le gustaría que pusiera un altar en su nombre, aunque lo he hecho antes. De todos modos, quiero poner un altar, porque las tradiciones son algo que no siempre deben sobrevivir al paso del tiempo, pero esta puede ayudarnos a recordar el pasado que perdimos. Mi altar será para esas muertes, para aquellos muertos que viven en el pasado.

¿Qué muertos vendrán a mi altar? Temo a la respuesta, porque mi altar no está hecho para los familiares y amigos que amé. Mi altar será un espacio para la duda y la incertidumbre. Ahí pondré las fotos de las niñas que desaparecen cada día. Espero que no me visiten, espero no lleguen a sus casas y vean sus fotos junto a sus abuelas y sepan que sus familias se rindieron, que el mundo se cansó de buscarlas. Yo quiero ponerles un altar, porque sé que sus madres todavía las están buscando y yo quiero darles un lugar a dónde llegar, en caso de que sus cuerpos estén bajo tierra.

Mi altar será para las que murieron, las que aparecen diario en las noticias y les lloramos su ausencia, para las que publicaron “si algún día soy yo…” y ese día llegó. En mi altar guardo los sueños y el futuro de todas ellas. Si hace falta, pondré las muñecas que escucharon las injusticias cuando nadie más les creía.

Uno de los niveles será para aquello que he callado, para esas identidades que he matado con mi silencio. Tengo que imaginar la foto de mi sexualidad porque el único novio que tuve lo llamé mi mejor amigo. Le pondré una máscara y una mordaza, pues el silencio es todo lo que conoce. Del otro lado estarán mis hermanas desaparecidas, mis hermanas muertas a las que les gritaron “¡machos con falda!” antes de asesinarlos. Tal vez esas fotos sí duren hasta que sus asesinos paguen. En algún lugar tengo que poner a los amigos que silencié con mi voz, cuyas identidades maté cada vez que tuve que mentir para salvarles de la violencia que no merecen.

Mi altar será muy grande, tan grande, que no sé dónde lo voy a poner. Las mujeres que marchan llenan las calles, pero mi altar necesita más espacio. Tal vez necesito más tiempo, dos días son muy pocos para que mi altar pueda contener estas muertes. Empezaré a trabajar en mi altar, y cada día agregaré un nombre más, 10 nombres más, compraré las flores que hagan falta para guiarlas a todas de vuelta a nosotros. Pasaré en vela los días que sean necesarios para recibirlas con un abrazo, un beso y una disculpa. Tal vez el próximo año mi altar no sea tan grande.

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